sábado, 7 de febrero de 2015

Nómadas

Nómadas (1986)Nuestra identidad es una construcción social  y personal. Vamos eligiendo, escogiendo, probando, queriendo, rechazando, experimentando, pero los demás también nos condicionan, nos dan pistas, nos obligan. El dualismo identitario forma parte del hombre desde las primeras culturas. Aquiles era griego y eso era lo que le definía ante los otros, los que no eran griegos, pero era Áquiles ante los suyos, el de los pies  ligeros. Todos tenemos una doble dimensión: la personal y la social. Habermas (La reconstrucción del materialismo histórico, 1981),  dice que el núcleo de la identidad en las sociedades modernas es la nación. Uno es dónde nace, lo que vive, lo que le enseñan, y eso no lo elige. Las naciones ponen el límite de la identidad en la lengua y en el territorio. Pero uno elige aceptar o rechazar su tradición, o cambiarla  por otra, somos lo que queremos, pero para ser tenemos que dejar de ser lo que hemos heredado, abandonar el territorio, convertirnos en nómadas.

El nómada es una figura recurrente en la historia de la filosofía. Desde los inicios el hombre occidental se ha considardo un nómada, que vive en tierra extraña.  Moisés dice: "Soy un extranjero en tierra extraña. ... y muero de inmensa pesadumbre en tierra extraña" (1 Macabeos 6, 12-13). Moises no es muy distinto al hombre europeo actual que vaga por tierra extraña. La diferencia es precisamente esta "tierra extraña", la extrañeza del mundo contemporáneo. La posmodernidad precisamente ha eliminado el mundo de su vista. La tierra extraña lo es precisamente porque no hay tierra. Somos nómadas sin tierra, sin hogar, sin identidad. El hombre contemporáneo se asemeja cada vez más a un camaleón que adopta las formas y colores de allí por donde pasa. El nómada-camaleón no puede tener ética, pues su reflexión moral es la adaptación a donde está, vive o pasa. Su moral es la ausencia de moral, la heteronomía radical.