sábado, 6 de enero de 2024

La sociedad de la nieve

En la búsqueda de los límites nos buscamos a nosotros mismos. Lo que somos es lo que estamos dispuestos a hacer. La sociedad de la nieve es una guerra de limites. ¿Hasta dónde queremos llegar? ¿La supervivencia lo es todo? Son jóvenes, quieren vivir pero, a veces, el precio es demasiado caro, hay una moral que nos define, ¿qué precio tiene la traición a uno mismo? Algunos dudan, otros están desde el principio convencidos: traspasar ls límites de lo inimaginable. Vivir vivir, tal vez morir, esa es la cuestión. Aparece también una generosidad sin límites: doy permiso para utilizar mi cuerpo para que otros vivan. Las condiciones extremas ponen a prueba a los más fuertes. La vida se hace insoportable, el sufrimiento no tiene límites y, sin embargo, hay un deseo más fuerte que el yo. Resistimos, física y moralmente, hasta el infinito y más allá. Quizas nos hemos perdido pero a la vez nos hemos encontrado.es un proceso de ida y vuelta, me aparto de mi identidad para encontrarla. Me tapo los ojos para verme distinto, soy otro pero soy el mismo.La vida, la identidad, el yo es una paradoja. Reflexionamos para buscarnos y encontrarnos pero la vida nos enseña y aprendemos a relativizar. No hay nada seguro excepto lo que nos propongamos a nosotros mismos. Cada uno busca sus límites y eso es lo que nos hace diferentes.

jueves, 21 de diciembre de 2023

Un Amor


 Película de Isabel Coixet que como todas sus películas es de una gran profundidad temática. Primero, desconcierta el título, pues no está claro -o al menos a mí me lo parece- que el amor sea el asunto central del filme.

Segundo, me parece una película extremadamente pesimista sobre la naturaleza humana. Nadie se salva, no hay ningún referente moral, aunque creo que esa no es la preocupación de la autora, todos los personajes tienen una pequeña miseria moral que ocultar, hasta la propia protagonista que se "engancha" extrañamente de un hombre mayor despreciable en muchos aspectos, pero ¿quién no lo es?

Ambos protagonistas, la actriz y el actor están muy bien, por no decir del personaje que representa Hugo Silva, simpemente maravilloso, en una faceta totalmente distinta a la que nos tiene acostumbrados en otras interpretaciones.

La pérdida dela identidad es radical, y lo peor parece que es una pérdida irrecuperable, a eso me refiero que el pesimismo desborda por toda la película. No hay posibilidad de una reconstrucción en valores que no sean falsos, apostados, como los aristócratas franceses que criticaba el filósofo Rosseau. Todo el mundo representa un papel que quiere llevar hasta el final sabiendo que lo que le mueve son cosas distintas, no declaradas, ocultas, excepto el Alemán que es claro en sus intenciones, sin disfraces, pero a fuer de sinceridad termina por ser despreciable, un hombre sin alma, descorazonado, resultado de una vida miserable. No hay lugar para la compasión, ni para la dulzura, aunque sea fingida. El mundo rural y el urbano no son tan distintos, ambos decorados de un teatro vital.

lunes, 22 de noviembre de 2021

¿El buen patrón?

 En la novela «El Camino» Miguel Delibes hace decir a uno de los chicos que el verdadero hombre es un hombre equilibrado, «un hombre que no pecaba ni por exceso ni por defecto, un hombre en el fiel»; y eso es precisamente Blanco, dueño de una fábrica de balanzas obsesionado con la medida justa, con el fiel de la balanza. Pero ¿quién es en realidad Blanco? ¿El empresario jefe bueno y comprensivo que trata a sus empleados como  si fueran sus hijos? ¿Un filántropo dedicado y preocupado por la gente? En realidad, vamos descubriendo al verdadero Blanco en el transcurso de la película. No es lo que parece, realidad y apariencia invaden el relato de la realidad creada por la obsesión de Blanco, hasta los propios recuerdos aparecen alterados por su autobiografía. Nada es lo que parece, la verdad es una cuestión del relato que uno hace convincente para los demás, es un problema de comunicación. Blanco, el buen patrón, es el prototipo del posmodernismo, el hacedor de realidades alternativas que en el fondo esconden el interés del dinero. ¿Su mujer? Aparentemente con un papel menor, es la única que tiene los pies en la tierra, que interpreta la realidad desde los hechos, consciente de lo que representa. No le importa la justicia, ni la igualdad, pero tampoco lo disimula, simplemente la cosas son como son y nada ni nadie puede cambiarlas. Al revés que su marido, no se esconde en la hipocresía, pero acepta sin ninguna reflexión moral la injusticia de los hechos.

Magnífico Javier Bardem en un papel que lo hace perfectamente creíble. Excelentes todos los demás actores y actrices que giran alrededor aunque quedan un poco en sombra para la actuación sobresaliente de Bardem. La película toca todos los temas actuales: las relaciones laborales, el feminismo, la violencia sexual, la inmigración, la deslealtad, el adulterio. Todas tienen un pequeño momento y todas son parte del problema de la identidad que viven las sociedades tardomodernas. La fragmentación de las mismas ocurre en todos los ámbitos y apunta a lo mismo: la soledad del ser humano, la pérdida del yo, acabar con la conciencia moral que inventaron los ilustrados. 

Blanco no solo es un hipócrita, termina por convertirse en un cínico, pero de la peor calaña pues ni él mismo sabe que lo es. En su realidad paralela, en su autonarración con la que se construye su personalidad, su yo, su identidad, se ve como una buena persona, un buen patrón. ¿Dónde está el límite de la inmoralidad? ¿Estamos condenados a la barbarie?

domingo, 21 de noviembre de 2021

Dune: una odisea espacial

 

Una nueva historia de héroes y villanos. La obsesión americana del elegido, el salvador, el esperado que va a traer la libertad al pueblo explotado. Muchos guiños a la Grecia clásica, Troya, la guerra santa, a los símbolos de una cultura heroica. Paul, el protagonista no sabe quién es aunque toda su vida ha sido labrada en torno a su destino como sucesor del duque, señor de los atridas. Vive instalado en la duda, pensamientos extraños, sentimientos encontrados porque otra vida se le presenta en sueños, premoniciones, muertes, guerras, un territorio distinto. Es joven, casi un adolescente pero con temores, preocupaciones y responsabilidades de una persona importante, sin saber exactamente por qué es tan especial. Su madre, mujer heroica, procedente de dudosa reputación, es la amante y preferida del duque, el padre de Paul. Como toda madre de héroe es una mujer excepcional, alumna aventajada de las sacerdotisas del emperador, que ha criado a su hijo en los secretos del autodominio y control, hecho que Paul va enterándose poco a poco, viviendo, en el conocimiento de los otros se conoce a sí mismo y en especial en el amor. Dune no es más que la búsqueda y encuentro de uno mismo, la aceptación de lo que somos y la asunción del destino. La lucha por la autenticidad, por el yo auténtico se revela esencial y no aceptar lo que somos solo puede convertirse en tragedia, en el fracaso de nuestra vida como mendigos, vagabundo, seres perdidos que han abandonado toda lucha. El espíritu de Nietszche  se  manifiesta en todo el relato. Debemos abandonar la zona de confort para convertirnos en héroes, en nuevos hombres de un mundo nuevo, pero ello solo mediante la lucha, el enfrentamiento, las dificultades que nos van probando, revelando nuestro yo verdadero. ¿Cómo saber quién somos? Esa es la pregunta que no se responde, la pregunta filosófica desde Sócrates. La respuesta está en el camino, en el echarse a andar y enfrentarse a lo desconocido.

viernes, 1 de octubre de 2021

Maixabel

Lo que hemos hecho no podemos cambiarlo y, como dice Aristóteles, la felicidad solo puede venir como resultado de toda una vida de la que podamos encontrar un relato sincero y honesto de nosotros mismos. Los protagonistas de esta película no pueden encontrar la felicidad. Uno por lo que ha hecho, la otra por lo que le hicieron. Solo en el perdón, el encuentro, la explicación de por qué se hizo lo que se hizo ambos esperan encontrar la expiación, pues ambos se sienten culpables. Uno por lo que hizo, la otra por lo que no hizo. La cuestión es que si no podemos encontrar la felicidad porque se nos ha negado, quizás podemos encontrar la tranquilidad, lo que los griegos llamaban la ataraxia.

Sartre decía que somos lo que hacemos, Ibón se ha convertido en un asesino y no puede dejar de pensar en lo que es, ¿cómo retroceder y evitar el pasado? Es imposible, soy lo que he hecho y eso nada ni nadie lo puede cambiar, ¿hay alguna manera de expiar la culpa? El cristianismo ofrece el arrepentimiento y el perdón pero si uno no cree, ¿que posibilidades se le ofrecen?

Maixabel siente la incomprensión del asesinato hasta el punto que le impide continuar en  un proyecto de vida que había pensado junto a su marido. Está perdida, estancada; toda la vida se ha parado en el punto del atentado. ¿Cómo puede continuar? ¿Qué le impide seguir adelante?

Somos fantasmas en busca de una identidad que apenas podemos atisbar en el curso de una vida. Algunos llegan creerse su propia historia, otros se quedan en el camino, otros se hacen monstruos y otros jamás se lo preguntan. La filosofía ofrece consuelo, o eso dicen algunos, pero la búsqueda del sentido de la propia vida fuera de la religión se torna difícil, sin esperanza en otra vida. Decía Sócrates, una vida sin filosofía no merece la pena de ser vivida. Quizás podamos borrar las huellas de la memoria que no nos gusta (aunque nunca del todo, y menos con google) mediante la superposición de otras memorias dignas de ser recordadas; del verdadero arrepentimiento y consuelo de aquellos a los que hemos hecho daño, y con la esperanza de que no se vuelva a repetir. Ibón es la respuesta a reencontrarse con uno mismo en la propia renuncia del yo . Maixabel es la respuesta a superar el dolor con valentía y generosidad. Ambos deciden seguir adelante, no olvidan, simplemente se encuentran y dialogan. Se hacen filósofos, y es precisamente esa pequeña ventana de la filosofía la que les permite abrir un nuevo camino, con o sin esperanza, en la razón.
 


domingo, 12 de febrero de 2017

Moonlight

En un mundo violento, destrozado, sin futuro, donde solo priman los valores del clan ¿cómo podemos hacernos, dotarnos de una identidad?
Es difícil cuando uno tiene que decidir por sí mismo, solo, sin nadie que te guie o ayude: "en un momento de tu vida tendrás que decidir quién quieres ser y no dejes que nadie decida por ti" le dicen a Little, un niño con una madre drogadicta en un barrio degradado habitado por negros. El instituto al que va es una copia de la realidad que vive: chicos que ejercen su poder mediante la violencia.

La identidad sexual también nos define. Pero eso no significa que tengamos que adoptar los roles asignados tradicionalmente al sexo. Hasta en los ambientes más hostiles uno puede decidir su propio destino, aunque el precio a pagar sea muy elevado. ¿Hasta dónde estamos dispuestos a ir para ser nosotros mismos?

domingo, 1 de enero de 2017

La Juventud

La juventud
LA  VEJEZ

Sorrentino vuelve a sorprender. Una película, de nuevo, llena de sugerencias y reflexiones con una gran ironía, que empieza en el mismo titulo de la película. En realidad es una reflexión sobre el final de la vida: lo que hemos hecho, lo que hemos soñado y deseado. Nuestros sueños cumplidos e incumplidos, en definitiva, lo que somos porque hemos sido.

Como vengo repitiendo en este blog, la identidad es un proceso que dura todo el ciclo de una vida. Sorrentino nos pone en el espejo de nuestra identidad al final de  la vida: el momento de reflexionar hasta qué punto somos algo, o hemos conseguido definirnos de algún modo.

José Luis Pardo dice que no podemos ser individuos privados sin ser antes ciudadanos, No es posible dotarse de una identidad privada, no somos nadie hasta que firmemos el pacto social, y al reconocernos pertenecientes a una comunidad entonces podemos adquirir una identidad (Pensemos en los casos de los indios americanos, o de las minorías étnicas en ciertos contextos de dominio cultural de una etnia mayoritaria).

Fred es un compositor de éxito y es reconocido como tal. Su amigo Mick, también cercano a los 80 es un director de éxito y se encuentran en un balneario al pie de los Alpes. Aparece otro personaje, joven actor que busca inspiración para su nueva película. Es lo contrario de ambos ancianos, busca en los demás lo que él carece: una identidad. Observa para apropiarse de ciertas características de otras personalidades. Para el joven actor: "mi yo es la suma de los otros yoes". Fred y Mick son únicos, en especial Fred, quien, sin embargo, pasa por una crisis existencial. ¡Una crisis de identidad a los 80 años! ¡Qué irónico! Fred es como un adolescente, en busca de una personalidad.

El problema de Fred, de MIck es que se dan cuenta al final de su vida que aparte de sus creaciones, su música, sus películas, si se les quita esa vida profesional, no son nada, como Ulises ante Polifemo son nadie. El vacío está detrás de su máscara social, y eso es lo que no pueden soportar. Anhelan la juventud porque la juventud es acción y falta de reflexión. El profundo nihilismo que les invade es la causa de su angustia, angst. ¡Qué feliz la ignorancia perdida! ¿Y si el recuerdo de uno no es como uno lo quiere? Una vez desaparecidos, la memoria queda en manos de los otros, sean quienes sean. Mi yo ya no será mío y en esa medida la inmortalidad aristotélica es una farsa. Por eso el cristianismo habla de una inmortalidad en otra vida, pero en otra vida donde sigamos siendo nosotros mismos. no una memoria en la que el yo desparece suplantado por el nosotros. ¡Qué vanidosa es la naturaleza humana! Y eso es lo que Sorrentino nos cuenta de manera visual y por lo que me parece un gran director de cine. Es Filosofía en imágenes, filosofía visual, filosofía sin palabras, ¿es posible? o quizás no es filosofía porque la Filosofía solo puede ser lenguaje.